América Latín y Caribe debe avanzar decididamente para convertirse en una región más conectada, más dinámica gracias a la transformación digital de todos los sectores económicos y más inclusiva, con especial foco en innovaciones en regulación digital, y en la aceleración de inversión en telecomunicaciones y educación.

• 3 de cada 10 latinoamericanos aun no acceden regularmente a Internet, el doble del promedio de la OCDE. Esta desconexión está concentrada en el quintil de menor ingreso donde 6 de cada 10 no están conectados. 

Centrándose en el ámbito educativo, es seis veces menos probable que un estudiante de primaria de ingresos bajos tuviera una computadora conectada a Internet en casa, que un estudiante de familia de altos ingresos.

• A estas brechas de acceso se une la menor calidad de las conexiones, en especial la velocidad que es determinante para poder realizar actividades educativas o de teletrabajo. En los países con desarrollo humano alto las suscripciones a servicios de banda ancha fija están creciendo a un ritmo 15 veces más rápido que en los países con desarrollo humano bajo. 

Las velocidades de conexión en América Latina son de un tercio o un cuarto de aquella en países de mayor ingreso.

• Además, la digitalización de los procesos productivos es demasiado pasiva en la región. A pesar de que el 90% empresas conectadas, menos de la mitad adquieren insumos por internet, por no mencionar desarrollos más avanzados (pero ya presentes en otras regiones) basados en el Internet de las cosas, inteligencia artificial o big data.

• Por último, si bien todos los países de la región tienen agendas digitales, solo 1 de cada 3 tienen un presupuesto explicito asignado, generando volatilidad, y en ocasiones escasez de recursos para desarrollar una verdadera transformación digital de los Estados

Para ello, en primer lugar, se debe acelerar la agenda de regulación inteligente de telecomunicaciones y media, con el objetivo de democratizar el acceso a información, educación, entretenimiento y conectividad para más latinoamericanos3.

Fomentar la competencia y entrada de nuevos competidores, construir una regulación más homogénea y ligera para todos los servicios que hoy compiten, y apostar por la protección de la propiedad intelectual luchando contra la piratería contribuirán a aumentar las inversiones y que mejores servicios que lleguen a más ciudadanos. 

Al mismo tiempo se ha de evitar implantar automáticamente regulaciones del mundo analógico para los nuevos servicios digitales, estableciendo mecanismos de innovación regulatoria, como los denominados sandboxes regulatorios que han permitido avances notables en la industria financiera.

En segundo lugar, se han de incrementar los recursos para la inversión en infraestructuras de telecomunicaciones.

América Latina y el Caribe aun invierte la mitad que los competidores en Asia, tres veces menos que Europa y siete veces menos que EE. UU..

Las estimaciones de las principales instituciones internacionales cifran entre 51.000 y 294.000 millones de dólares la necesidad de inversión en la región para alcanzar niveles de conectividad similares de los de la OCDE, cifras inalcanzables para la mayoría de gobiernos de América Latina y el Caribe.

Las altas cargas regulatorias a los sectores de telecomuniciones y media y los elevados precios del espectro constituyen barreras a la inversión que deben evitarse. 

Se han de buscar mecanismos para fortalecer y mejorar la eficacia de los fondos de conectividad, buscar predictibilidad de políticas públicas y movilizar los recursos financieros necesarios para cerrar las brechas.

En tercer lugar, la reactivación de los mercados de trabajo exige repensar y renovar los skills (competencias y habilidades) de los trabajadores latinoamericanos, tanto digitales como las denominadas competencias blandas (idiomas, pensamiento crítico), imprescindibles en los entornos híbridos.

Estos objetivos exigen profundizar la colaboración público-privada como la que muchos de los Gobiernos de América Latina y el Caribe implementaron durante la pandemia, incluyendo buenas prácticas como paquetes de datos reducidos ante situaciones de dificultad económica, presentación electrónica de reportes y simplificación de estos y facilidades de acceso a espectro.

Asimismo, la colaboración multilateral (en especial con los bancos de desarrollo regionales BID, CAF y BCIE y Banco Mundial), pública y privada - en ideas, recursos y movilización política – es una herramienta ineludible dada la profundidad de los desafíos, así como su carácter internacional.

Las ganancias en términos de productividad, equidad y sostenibilidad medioambiental serian notables América Latina podría superar las tendencias pre-covid (y no solo los niveles) en 2024 si se embarca en la transformación digital digital profunda, impulsado por los sectores de telecomunicaciones, tecnología y media, pero beneficiando también los primarios, manufacturas, salud, educación y movilidad.

Es momento de acción. Las empresas firmantes se comprometen, dentro de esta plataforma de empresas amigas hacia una plena conectividad y una economía digital dinámica, a seguir invirtiendo, innovando y colaborando en sus servicios de conectividad, tecnología, comunicación y educación, para construir una América Latina y el Caribe más digital.

La plataforma está abierta a empresas, instituciones y organizaciones interesadas, por lo que se iniciara por sus principales promotores una labor de comunicación y diseminación.

América Latín y Caribe debe avanzar decididamente para convertirse en una región más conectada, más dinámica gracias a la transformación digital de todos los sectores económicos y más inclusiva, con especial foco en innovaciones en regulación digital, y en la aceleración de inversión en telecomunicaciones y educación.

• 3 de cada 10 latinoamericanos aun no acceden regularmente a Internet, el doble del promedio de la OCDE. Esta desconexión está concentrada en el quintil de menor ingreso donde 6 de cada 10 no están conectados. 

Centrándose en el ámbito educativo, es seis veces menos probable que un estudiante de primaria de ingresos bajos tuviera una computadora conectada a Internet en casa, que un estudiante de familia de altos ingresos.

• A estas brechas de acceso se une la menor calidad de las conexiones, en especial la velocidad que es determinante para poder realizar actividades educativas o de teletrabajo. 

En los países con desarrollo humano alto las suscripciones a servicios de banda ancha fija están creciendo a un ritmo 15 veces más rápido que en los países con desarrollo humano bajo. Las velocidades de conexión en América Latina son de un tercio o un cuarto de aquella en países de mayor ingreso.

• Además, la digitalización de los procesos productivos es demasiado pasiva en la región. A pesar de que el 90% empresas conectadas, menos de la mitad adquieren insumos por internet, por no mencionar desarrollos más avanzados (pero ya presentes en otras regiones) basados en el Internet de las cosas, inteligencia artificial o big data.

• Por último, si bien todos los países de la región tienen agendas digitales, solo 1 de cada 3 tienen un presupuesto explicito asignado, generando volatilidad, y en ocasiones escasez de recursos para desarrollar una verdadera transformación digital de los Estados

Para ello, en primer lugar, se debe acelerar la agenda de regulación inteligente de telecomunicaciones y media, con el objetivo de democratizar el acceso a información, educación, entretenimiento y conectividad para más latinoamericanos3.

Fomentar la competencia y entrada de nuevos competidores, construir una regulación más homogénea y ligera para todos los servicios que hoy compiten, y apostar por la protección de la propiedad intelectual luchando contra la piratería contribuirán a aumentar las inversiones y que mejores servicios que lleguen a más ciudadanos. 

Al mismo tiempo se ha de evitar implantar automáticamente regulaciones del mundo analógico para los nuevos servicios digitales, estableciendo mecanismos de innovación regulatoria, como los denominados sandboxes regulatorios que han permitido avances notables en la industria financiera.

En segundo lugar, se han de incrementar los recursos para la inversión en infraestructuras de telecomunicaciones.

América Latina y el Caribe aun invierte la mitad que los competidores en Asia, tres veces menos que Europa y siete veces menos que EE. UU.5.

Las estimaciones de las principales instituciones internacionales cifran entre 51.000 y 294.000 millones de dólares la necesidad de inversión en la región para alcanzar niveles de conectividad similares de los de la OCDE, cifras inalcanzables para la mayoría de gobiernos de América Latina y el Caribe6.

Las altas cargas regulatorias a los sectores de telecomuniciones y media y los elevados precios del espectro constituyen barreras a la inversión que deben evitarse. 

Se han de buscar mecanismos para fortalecer y mejorar la eficacia de los fondos de conectividad, buscar predictibilidad de políticas públicas y movilizar los recursos financieros necesarios para cerrar las brechas.

En tercer lugar, la reactivación de los mercados de trabajo exige repensar y renovar los skills (competencias y habilidades) de los trabajadores latinoamericanos, tanto digitales como las denominadas competencias blandas (idiomas, pensamiento crítico), imprescindibles en los entornos híbridos.

Estos objetivos exigen profundizar la colaboración público-privada como la que muchos de los Gobiernos de América Latina y el Caribe implementaron durante la pandemia, incluyendo buenas prácticas como paquetes de datos reducidos ante situaciones de dificultad económica, presentación electrónica de reportes y simplificación de estos y facilidades de acceso a espectro.

Asimismo, la colaboración multilateral (en especial con los bancos de desarrollo regionales BID, CAF y BCIE y Banco Mundial), pública y privada - en ideas, recursos y movilización política – es una herramienta ineludible dada la profundidad de los desafíos, así como su carácter internacional.

Las ganancias en términos de productividad, equidad y sostenibilidad medioambiental serian notables América Latina podría superar las tendencias pre-covid (y no solo los niveles) en 2024 si se embarca en la transformación digital digital profunda, impulsado por los sectores de telecomunicaciones, tecnología y media, pero beneficiando también los primarios, manufacturas, salud, educación y movilidad.

Es momento de acción. Las empresas firmantes se comprometen, dentro de esta plataforma de empresas amigas hacia una plena conectividad y una economía digital dinámica, a seguir invirtiendo, innovando y colaborando en sus servicios de conectividad, tecnología, comunicación y educación, para construir una América Latina y el Caribe más digital.

La plataforma está abierta a empresas, instituciones y organizaciones interesadas, por lo que se iniciara por sus principales promotores una labor de comunicación y diseminación.